La isla de Lanzarote se nos estaba quedando pequeña, y en nuestro afán de exploración decidimos dar el salto a una de las islas del archipiélago Chinijo, la Graciosa.
El archipiélago Chinijo está formado por las islas de la Graciosa, la Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste. Su conjunto forma una Reserva Natural Integral donde nidifican rapaces y numerosas especies de aves marinas.
Para ir hacia la Graciosa hay dos formas, mediante barco o mediante el water taxi. Existe un tour en barco que rodea la Graciosa y te dan de comer, aunque con el oleaje no se si es buena idea.
El barco sale desde Órzola y cuesta unos 10€ a los canarios y 20€ al resto de mortales.
El water taxi es una zodiac que te lleva a donde tu quieras por unos 5€, pueden salir desde Órzola, Famara, etc. Pero viendo como puede llegar a estar el mar por el Río no me convence mucho.
Órzola es un pueblecito pesquero con un puerto que resulta ser un varadero. Está situado al norte de la isla.
Iniciamos el trayecto en barco con no muy buen día, aunque las olas se podían soportar, había que agrarrarse si se quería ir de pie haciendo fotos.
El trayecto dura unos 45 minutos y en su inicio bordea la costa lanzaroteña llegando a Punta Fariones para luego seguir bordeando la costa del norte y a la altura de las salinas del Río cruza el estrecho hasta llegar al núcleo principal de la pequeña isla, Caleta del Sebo. Empezaba la aventura en la Graciosa.
La Graciosa tiene 27 km2 y una altura máxima de 266 metros. Es muy llana y está rodeada de playas y dunas. Es la mayor del archipiélago Chinijo y la única habitada (unos 500 gracioseros), la gran mayoría en Caleta del Sebo.
La isla apenas tiene coches, algunos todoterrenos. Es muy difícil tener coche en la isla, se necesitan permisos especiales para traerlos.
Lo que hicimos nosotros fue alquilar unas bicicletas para recorrer la isla a nuestro antojo. Por 8€ tenías bicicleta todo el día. En este caso el mal tiempo se alió con nosotros, porque pasar el día bicicleteando por una isla sin sombra y a pleno sol hubiera sido…
Nuestra primera e inconsciente intención fue recorrer la isla y visitar 3 playas características de ella. Nos pusimos en marcha mapa en mano y nos fuimos al este, hacia Pedro Barba.
Por los caminos se transita muy bien, aunque hay zonas de arena, la gran mayoría son de tierra.
Después de un pequeño puerto de montaña descendimos hacia Pedro Barba, cuatro casas desperdigadas. Pueblecito fundado en el siglo XV por el capitán del mismo nombre.
En Pedro Barba descansamos y nos dimos un baño en su playa, de aguas tranquilas y cristalinas. También comimos antes de dividirnos y ponernos en marcha de nuevo.
Las chicas se quedaron en Pedro Barba descansado y tomando el sol, y Suso y yo conscientes de que no podríamos ir al norte y ver el resto de islas del archipiélago; nos fuimos al punto más al sur de la isla, a la Montaña Amarilla.
Bicicleteando por la mitad sur de la isla no nos encontramos a nadie, esto junto al mal tiempo, el mar abierto, las islas a lo lejos y la particular costa me hicieron pensar que estaba en el fin del mundo, una sensación de libertad enorme.
Sin duda una experiencia biciclista muy diferente a las que suelo tener. Iba sin casco, cargado con la gran mochila fotográfica, con una bici de una talla más grande, de dudosos frenos… lo que no impidió que disfrutara de la bajada del minipuerto de montaña 😀
Nuestro gozo en un pozo cuando llegamos a Montaña Amarilla, no podíamos acceder a las playas de allí debido a que el sendero estaba impracticable para ir en bicicleta. No he mencionado que la mitad de los caminos de la isla estaban cortados o era prohibido circular por ellos, dificultando mucho el poder ver la isla en condiciones.
No quedó otro remedio que volver hacia atrás, no debíamos perder el barco de vuelta y ya habíamos quedado con las chicas en reencontrarnos en Caleta del Sebo. Esta vez con el viento en contra.
Llegamos a Caleta del Sebo llenos de polvo, la tienda de alquiler estaba cerrada y dejamos las bicis aparcadas delante. Nos fuimos a buscar a las chicas, que resulta que se estaban bañando en la playa del pueblo. Hicimos lo mismo y nos fuimos a tomar unas tapas canarias a Casa Enriqueta, recomendada por un lugareño de Pedro Barba, que hizo migas con las chicas.
Llegó la hora de partir de nuevo hacia Órzola, esta vez con más frío y con un oleaje mayor. Pero con el buen sabor de boca que nos dejó la Graciosa. Prometimos volver, la siguiente vez con más tiempo.
Más info | La Graciosa, Archipiélago Chinijo